Entrevista a la directora general de la Dirección General de Cine (DGCINE), Yvette Marichal, por la revista deleFoco, Costa Rica, en el marco de la Muestra de Cine Dominicano, celebrada el 6 de febrero en este país.
En 1978, en Costa Rica comenzó a regir la Ley 6158, titulada Creación del Centro Costarricense de Producción Cinematográfica, adscrito al Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes (actualmente Ministerio de Cultura y Juventud).
Desde entonces, se han aprobado pocas leyes relacionadas con el cine. Estas han sido bastante puntuales (una, por ejemplo, refiere a la adhesión del país al Acuerdo Iberoamericano de Coproducción Cinematográfica).
En términos de este tipo de legislación, la experiencia de la República Dominicana ha sido más favorable.
En el año 2010 se aprobó la Ley de Cine para el Fomento de la Actividad Cinematográfica en la República Dominicana, cuyos fines generales contemplan diversos ámbitos del campo audiovisual:
Para discutir esa experiencia extranjera, Yvette Marichal, directora de la Dirección General de Cine de República Dominicana (DGCINE), fue invitada a guiar el conversatorio “Ley de cine: ventajas y desafíos”.
El evento se llevó a cabo en el marco de la Muestra de Cine Dominicano, organizado por el Centro Costarricense de Producción Cinematográfica en conjunto con la Embajada de República Dominicana en Costa Rica.
Creo que cuando tienes al presidente [Leonel Fernández, quien promulgó la Ley de Cine dominicana] de la nación de abanderado de la industria, hay voluntad.
De que hubo los choques, los hubo. Me imagino que tan intensos como los que pueden ocurrir en Costa Rica, pero esta industria para él era muy importante.
Tomó años, no tanto como lo que llevan ustedes. Fue consensuado. Y, en ese sentido, tiene que existir ese nivel de acuerdo entre todos para que pueda echar para adelante.
Fue un interés propio de él. Hay dos cosas que a él le apasionan: el béisbol, que es muy de nuestro país, y el cine. Para él era importante el área del cine.
También, obviamente, él tenía mucha fe de que podíamos avanzar como nación con esta industria. Él fue muy seguidor de la Ley de Cine de Colombia; fue la que usamos de modelo, en ese momento, para crear la nuestra.
Como apenas hacíamos dos películas comerciales al año, todo el que era parte o debía ser parte de esta industria estaba empleado en otra cosa.
El cine venía a ser un “hobby”. Incluso no lo hacían con fines comerciales. Aunque, les iba muy bien, porque siempre tuvimos ese apoyo del público. Pero no había una industria.
Si querían hacer una película, tenían que llamarse: “Déjame ver en qué está fulano.” A ver si estaban incluso en el país, porque muchos se fueron. Porque estamos hablando de dos películas al año, en un buen año. Por eso te digo que no había una industria, per sé.
No está. Uno quiere lograr dos cosas fundamentales con una Ley de Cine: la segunda sería que tu cine viaje, que lo conozca el resto del mundo, pero la primordial es que tu pueblo se sienta identificado con su cine; es su patrimonio.
Esto es lo que va a quedar, es el acervo de un país. Entonces, si no tenemos la cuota de pantalla, ¿cómo lo van a disfrutar los nacionales? ¿Cómo va a ser parte de nuestro acervo? Así no puede funcionar.
Es muy penoso que los distribuidores, exhibidores o quienes se oponen a un mínimo—un 10% de cuota de pantalla—no vean la importancia que tiene esto, como una contribución a la nación. Entonces eso de verdad que es muy injusto. ¿De qué sirve la ley? ¿Para qué vamos a hacer cine, para quién? No tiene sentido.
No está por ley porque no hace falta. Pero créeme que, de serlo, lo obligaríamos. Nunca hubo que hacerlo.
Volviendo a la parte económica, presenté lo que hemos contribuido en impuestos. ¿Por qué es importante eso? Porque cuando se hacían solo dos películas al año, antes de la Ley, no se pagaba ni un centavo en impuestos.
Era con un saco lleno de dinero en efectivo, y no era regulado. Era una industria informal. Nuestra Ley no solo vino a fomentar el cine, también vino a regularlo; está muy regulado.
Por el otro lado, sigo insistiendo en que esto es nuestro acervo, esto es lo que nos representa como cultura, como país, y hay que exhibirlo.
Se van abriendo las puertas para demostrar no tan solo lo que podemos hacer en materia de cine, incluso imitando a Hollywood, sino también, al mismo tiempo, para mostrarle al mundo qué es República Dominicana, qué es nuestro país.
Por muchos años vivimos de espaldas al resto del mundo. Tiene mucho que ver con nuestros presidentes. No es hasta que llega este [Fernández], que te mencionaba, que nos abrió al mundo.
Tenemos que, verdaderamente, entender el valor de las industrias culturales. Si los países no llegan a entender que esta industria, esta economía—que le llaman la economía naranja—está a disposición de que cada país, y que no nos cuesta nada porque son nuestros recursos humanos los que aportan, entonces estamos de espalda al mundo.
Fuente: Revista deleFoco