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La aventura egipcia de Laura Guzmán e Israel Cárdenas

La aventura egipcia de Laura Guzmán e Israel Cárdenas

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dolares de arena cairo

Un marco de lujo: El Cairo. Un entrevistador de primera: Freddy Ginebra. Los directores de cine Laura Amelia Guzmán e Israel Cárdenas hablan desde el corazón sobre su última y multipremiada película, Dólares de Arena.

Giza. 19:00 horas

Estamos en Egipto, cerca de El Cairo, donde sus tres más memorables pirámides sirven de fondo a esta celebración de entrega de premios del 36 aniversario de su famoso festival de cine.

Gabriela Bonetti, embajadora dominicana, acompañada de David Puig, ministro consejero, y los directores de cine, Laura Guzmán e Israel Cárdenas, de la película Dólares de Arena, están junto a mí esperando el veredicto de los jueces. Las luces impresionan, una multitud elegantemente vestida espera ansiosa los resultados de este festival donde han desfilado cientos de películas de los más variados países.

Desde un costado del escenario surgen tres personas, son los jueces y críticos de la prensa, caminan lentamente hasta el centro, un rayo de luz les cubre y dan el veredicto luego de las mejores ponderaciones.

Dólares de Arena es la ganadora y la embajadora dominicana -tomada de las manos de los jóvenes directores- corre hacia la tarima a recibir el premio. Una ovación los acompaña y yo, desde mi puesto contemplando el momento, entono dentro de mí el himno nacional. Nadie se entera.

Decido conversar con ellos en este tiempo que nos pasaremos juntos en El Cairo y hacerles algunas preguntas.

+ Toma uno

Exterior. Patio del hotel Marriott, 8:30 a.m. Sentados en una mesa, Israel con cara de sueño y Laura, su esposa, aún dormida.

-¿Puedo hacerles una pregunta?

-Todas las que quieras, pero contesta tú Israel, que yo aún no sé quién soy -dice Laura.

-La gira, promocionando Dólares de Arena, ¿comienza cuándo y termina dónde?

Israel, alias el esposo de Laura, abre los ojos desmesuradamente y mientras se toma un café doble me contesta.

-Esta película ahora mismo recorre dos caminos, por un lado está la distribución en República Dominicana y por otro la promoción en festivales fuera del país, que para nosotros es importante porque es una vía para la distribución internacional.

-¿Cuándo comenzó su recorrido?

Laura aún no reacciona y su marido entiende que tiene que seguir respondiendo. Una camarera sirve más café a mi entrevistado. Un pájaro negro, habitué en el hotel, desciende y de una mesa contigua levanta la servilleta y come algo, nadie se asombra.

-Dólares de Arena comenzó su recorrido en los festivales en Toronto [septiembre de 2014] y desde entonces ha recorrido varios más como el de Roma, Sao Paulo, India, El Cairo, Morelia, Chicago, etc. No estamos seguros de cuándo va a terminar, de hecho Cochochi y Jean Gentil, nuestras primeras películas, se siguen presentando en diferentes festivales y universidades. Nos da gusto que esto suceda pues sentimos que si hay interés en revistarlas es porque no son películas pasajeras y siguen vigentes.

En especial esta gira con Dólares de Arena está rindiendo frutos, pues está encontrando distribución en Brasil, Argentina, México, Puerto Rico, Panamá, Francia y esperamos que esta lista siga creciendo.

-¿Qué motivó la película? -lo interrumpo.

Laura asume, sospecho se ha despertado, Israel unta mantequilla a su tostada.

-En un principio fueron las ganas de volver a retratar Samaná. Después de Jean Gentil sentíamos que queríamos profundizar sobre la vida de los pueblos de la zona, teníamos algunas ideas pero nada concreto, hasta que en un conversatorio sobre Samaná nos encontramos con el libro Dólares de Arena, una traducción al español de una novela francesa que se ubicaba precisamente en las Terrenas. Pasamos de escribir adaptaciones muy cercanas al libro hasta que finalmente optamos por hacer una película que tomara elementos y atmósferas de la novela. El libro nos motivó a escribir y buscar la manera de establecer un diálogo con el mismo.

Cabe mencionar que la primera vez que supimos de la novela fue hace 4 años aquí en Cairo, David Puig fue quien la tradujo y publicó el libro con su editora Ediciones De a Poco. Así que podemos decir que, de alguna manera, estamos cerrando un ciclo que arrancó precisamente aquí en Egipto.

 

+ Toma Dos

Azotea de un bar en el barrio Zamalek. Se escucha una canción de Mahmoud Al Asali. 10:46 p.m.

-Aquí solo sirven cervezas -comenta la embajadora Bonetti. 

-Pues en cervezas nos vamos -dicen Laura e Israel al unísono.

-¿Cómo llegan a Geraldine Chaplin? -retomo la conversación.

-No fue difícil, ella estaba hablando muy bien de nuestro trabajo anterior, Jean Gentil, y por ahí mencionó que le gustaría trabajar con nosotros. A la vez ya teníamos la idea de querer trabajar con al menos un actor profesional, así que poco a poco fuimos asimilando la idea de colaborar con ella.

Laura, como en un guión de cine, continúa lo comenzado por su compañero de vida.

-Al momento de contactarla, el entusiasmo y su confianza hizo que todo fluyera. Es súper accesible y muy consciente de la importancia de cada proyecto, definitivamente vemos el cine de una forma similar. Cuando nos vimos en persona por primera vez supimos que queríamos lanzarnos en esta aventura juntos.

-Los actores dominicanos surgen de la misma península, ¿cómo los consiguieron?

-Yanet Mójica es de Cotuí, aunque vive mucho tiempo en Las Terrenas. Creo que las Terrenas está compuesta por ese perfil de gente, y eso es auténtico, y parte de lo que nos llama la atención. Hicimos muchos castings en la capital y por lo general venían chicas que ya habían estado frente a la cámara y se sentía en ellas una ‘actuación’ que no nos funcionaba del todo para el personaje de Noelí. Cuando vimos a Yanet bailando en Las Terrenas en una disco terraza y le hicimos las pruebas, casualmente con Geraldine, encontramos a una chica inocente,
espontánea y, por supuesto, un rostro que a la cámara le gustaba mucho. Esa prueba nos convenció de que Yanet podría hacerlo. Hicimos varios ensayos y la fuimos encaminando para que no solo fuera ella misma frente a la cámara, sino que fuera una actriz que pudiera articular sentimientos y convivir con la actuación de Geraldine.

-¿Y el novio de Yanet?

Israel deja la cerveza, sobre la boca un bigote de espuma, luce gracioso. Comenta.

-Ricardo Ariel Toribio es un gran amigo de Santiago, y conocíamos de su talento en varias disciplinas, sobre todo en la música. Sabíamos que si trabajamos con él cosas chulas saldrían, y de hecho él fue una pieza importante a la hora de aterrizar diálogos, de darle matices a la relación entre los personajes. Estuvo muy involucrado en todos los procesos antes de la película, muy curioso y con muchas de aprender, eso nos ayudó mucho a poder visualizar cómo sería nuestra película.

-Es la segunda película de ustedes filmada en Samaná, ¿alguna intención en ello?

Nos sirven la comida, Kushari, Ful Medammes, Fatta, Humus… tenemos hambre.

-Los lugares donde filmamos son muy importantes para nosotros, más que una locación nos gusta tratarlos como personajes. Sentíamos que conocíamos bien algunos rasgos de Samaná y eso nos daba la confianza a la hora de filmar y crear una historia. De hecho, como mencionamos anteriormente, fue el deseo de filmar de nuevo en Samaná parte de lo que motivó la película.

+ Toma tres

Locación: Río Nilo, una falupa (barcaza). Hora 8:30 p.m.
El río luce tranquilo, conocedor de infinidad de secretos, de historias que jamás serán contadas, en la otra orilla los edificios de fondo iluminan una noche oscura donde no brillan las estrellas. En esta escena muy íntima, Gabriela en su papel de Excelencia, David en el rol de lagarto, los directores, Israel, Mantequilla y Laura, lagarto dos, protagonistas y yo, quien hace preguntas y a cada rato interrumpo la filmación exclamando: ¡Señores, estamos paseando por el Nilo, esto no es el Ozama…! Me sereno y pregunto aprovechando el momento. Nos acomodamos, una botella de vino, un yolero experto vestido con batola blanca maneja con agilidad la embarcación.

-Geraldine recibió un premio a la mejor actriz en el festival de Chicago y ahora ustedes reciben un premio FIPRESCI de la Crítica Internacional en El Cairo, luego premio a mejor película del público en Brasil, ¿qué representan estas distinciones para ustedes y para la película?

Ambos, como si fuera poesía coreada contestan. No hay afectación en la respuesta, el Nilo nos envuelve y ejerce su hechizo.

-Es lindo que reconozcan el trabajo que hemos hecho. Pero al final los reconocimientos en lo que más te ayudan es a motivarte a seguir haciendo cosas. El premio de Geraldine es merecidísimo, pues no solo se premia su actuación, sino también lo que ella logró sacar de Yanet y Ricardo, sin ella las actuaciones no hubieran sido las mismas. Esa disposición y ganas de trabajar a favor de la película no deja de sorprendernos.

+ Toma Cuatro

Museo Egipcio, uno de los museos más famosos del mundo.

Caminamos entre sarcófagos, momias y los fabulosos tesoros de la tumba de Tut Ankh Amon.

Los mismos personajes de la escena anterior, todos con rostro de asombro y espanto, nos rodean más de 250 mil piezas antiguas. Una multitud se pasea entre ellas, guías en todos los idiomas traducen viejas historias.

Estamos frente a la máscara dorada de Tutankamón, un parecido exacto del rey, elegante, cofia gruesa que lleva en la cabeza rayada en azul y oro, los símbolos reales sobre la frente, incrustado con lapislázuli, turquesa y cornerina

-¿Cuesta hacer cine en República Dominicana?

Israel sale de su concentración frente a la máscara y me dice:

-El cine cuesta mucho, no solo en lo económico, sino también en esfuerzo. Son muchas personas que tienen que poner un gran empeño para lograr terminar una película. Ahora bien, en Dominicana con los incentivos fiscales hay nuevos directores y técnicos, nuevas inquietudes, lo que creemos es que el siguiente paso a dar es enfocarnos en los contenidos, no conformarnos en la taquilla, con dar al público lo que creemos que ellos quieren, esta suposición está limitando las posibilidades de crear a través del cine una identidad, cultura y entendimiento. Necesitamos que los contribuyentes se sumen a esta visión de comprender que los proyectos cinematográficos no necesariamente retribuyen a corto plazo.

-Jean Remy, tanto como Yanet y Ricardo, personajes de sus películas, son personas comunes que ustedes convierten en actores, ¿obedece esta selección a un estilo o método de trabajo o ha sido simple casualidad?

Laura, que está frente a una estatua de Orix en alabastro, se voltea y me dice:

-Nos gusta filmar personas, sus gestos naturales, su forma de hablar, su relación con el espacio, entonces muchas veces esto nos lleva a trabajar con ‘no actores’. Es algo que habíamos buscado en nuestras películas anteriores, de hecho Cochochi, Carmita y Jean Gentil nacen en gran medida de la relación que tenemos con las personas, a través de ellos vemos las historias.

En Dólares de Arena, desde un principio, sabíamos que queríamos trabajar más apoyados en actores, pesamos la historia antes de tener a las personas. En este sentido el proceso fue diferente. Trabajar con Geraldine hizo que Yanet y Ricardo estuvieran más del lado del actor, aunque estuviéramos muy pendientes de que no perdieran sus rasgos y gestos que los hacen únicos. El balance fue algo que nos preocupó en un principio, pero al final creemos que nos ha venido bien trabajar con ‘no actores’, es una gran escuela a la hora de enfrentarte con alguien que conoce bien el oficio; no empieza de cero, y poco a poco vas agregando capas y construyes al personaje.

+ Toma cinco

Las tres pirámides de Keops, Kefrén y Micerinos están de fondo.

El desierto nos rodea, un camello orina con cierto estilo, turistas suben y bajan de las pirámides, flashes, 6 japoneses se hacen un selfie, cuatro rusos también.

Israel y Laura filman todo lo que ven. Están estrenando una cámara y es parte de ellos, duermen con ella, comen con ella, se bañan con ella. Aprovecho que me filman y les pregunto:

-¿Si tuvieran que reconocer alguna influencia en el trabajo que realizan, qué nombre le pondrían?

No sé cual de los dos responde, son una sola voz y el sol, las pirámides y el embrujo egipcio me envuelven con su magia. Estoy viviendo en el pasado.

-Difícil decirlo nosotros mismos. Al final es el espectador quien está más fresco para recibir la película y pensar en ello. Para nosotros, que pasamos por varios procesos,
lo que te influencia en un principio puede ser totalmente diferente al final. Aún así podemos decir que lo que influencia nuestras películas es mucho de nuestra vida cotidiana e inquietudes, casi ya no vemos cine y nos dejamos llevar por lo que nos rodea.

En cuanto a directores que siempre nos han marcado está Abbas Kiarostami.

-¿Dirigir entre dos, fácil o difícil?

-Definitivamente más fácil que estar solo [ambos se miran y se quieren muchísimo], el cine es un arte que involucra a mucha gente y para el tipo de películas que hacemos, muy artesanales, dos personas en la cabeza del equipo a veces no da abasto. Nos complementamos muy bien y no pensamos mucho en repartir labores, sino más bien nos escuchamos, tratamos de conversar y tener los ojos abiertos.

Decido subirme a un camello y vivir por un momento la aventura del desierto. Laura me toma fotos, casi me caigo pero disimulo, desde mi montura disparo la pregunta.

-Se puede vivir del cine o hay por el momento que combinar la profesión con otra actividad?

-Siempre hay que combinar, aunque lo ideal sería trabajar en cine siempre. El reto para nosotros es tratar al máximo de ser coherentes con lo que hacemos en lo cotidiano y lo queremos hacer en el cine. Siempre repetimos una frase que escuchamos de un amigo director cuando le preguntaron sobre el éxito de su trabajo, más o menos decía… si mi película me permite hacer la siguiente, significa que ésta ha sido un éxito.

+ Toma Seis

Habitación del hotel. 4:00 a.m. Escena de la despedida.

Los directores viajan a Goa en la India y luego a París, y yo a New York. Evitamos la melancolía. Pretendemos ser adultos y racionales. Nada de lágrimas, unos simples abrazos y besos y un hasta luego. Creo que estamos felices, uno nunca sabe.

-¿Cuál es el próximo sueño?

-Por ahora en los aviones tratamos de dormir lo más posible entre vuelos, disfrutar y nutrirnos de los viajes, de este gran regalo que nos da Dólares de Arena.

Y los dos se fueron y cerraron la puerta. Desde la ventana los vi montarse en el taxi, aún no amanecía en el desierto. 

Fuente: diariolibre.com


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